Esta es una historia que habla sobre la desobediencia hacia Dios y las consecuencias que este tipo de actos traen. Pero sobretodo, como algunos sentimientos, como la falta de compasión, la soberbia, entre otros, pueden ser el fin del hombre más creyente.
Con este tipo de historias bíblicas se pueden enseñar cientos de lecciones. Ya que de eso se trata la palabra de Dios, de mostrar situaciones ejemplares de lo que se debe y que no se debe hacer.
Índice de contenidos
Las enseñanzas de Jonás
Por lo tanto, veamos lo que le aconteció a Jonás y por qué una ballena está relacionada en su historia.
1. ¿Quién fue Jonás?
Jonás fue uno de los profetas en el cristianismo, en la religión judía y en el islam. No obstante, este aparece en el Antiguo Testamento por primera vez, realizando una serie de profecías. Las cuales implican nuevas fronteras para el reino de Israel.
Este es el personaje principal del Libro de Jonás, ubicado entre los libros de Abdías y Miqueas. Siendo este episodio bíblico únicamente tratado sobre la comisión encargada al profeta por Dios, de ir a una ciudad pagana.
Se podría definir su personalidad como la de un creyente terco, que no acepta predicaba el perdón de Dios, como las antiguas escrituras lo señalan. Por lo tanto, su libro no se trata de describir su profecía, sino de describirlo brindar una historia narrativa sobre él.
Es decir, es un libro que es fuera de lo común con respecto a otros textos bíblicos, en los cuales se concentraban en las profecías y como estás acontecían, dependiendo de la influencia de Dios a través de sus discípulos.
En cambio, se concentra en el profeta, quien parece ser en esta ocasión el que reciba una lección de Dios mucho más drástica que todos los otros personajes que comparten esta historia.
Sin embargo, este logra entender por fin su lección. Siendo un ejemplo importante sobre reconocer no sólo el poder de Dios sobre todos los seres humanos. Sino también inspirarse de su gran bondad y capacidad de perdonar incondicionalmente.
Pero estos hechos suceden de una manera bastante interesante. Comenzando por la misión que Dios encargó a Jonás.
2. Su misión
En algún momento de la vida de Jonás, Dios lo envió a la ciudad asiria de Nínive, una de las más importantes ciudades de la antigüedad. Aunque todavía no se encuentra relación si fue antes o después de haber tenido la profecía sobre el pueblo de Israel.
De esta manera, el Señor envía un mensaje contundente al hombre sobre dirigirse de manera inmediata a predicar su palabra y el juicio de Dios en esta ciudad, considerara como pecadora por adorar a los dioses paganos.
Jonás, quien entiende que las órdenes de Dios son mandatos incuestionables, aun así se muestra disgustado por el hecho de tener que ir a predicar a una ciudad en donde se alaban a dioses ajenos al suyo, además de ser una de las principales enemigas de Israel.
Claramente, el sabía que no podía salir tan fácil de los encargos de Dios, por lo que a propósito se embarcó hacia su misión. Pero intentando escapar yendo a Tarsis, una dirección contraria a la ciudad a la cual había sido enviado.
A partir de aquí, Dios, como el ser que todo lo sabe y todo lo ve por excelencia, se da cuenta de la arrogancia y altanería de Jonás. Por lo se hace probar ante el engaño de su predicador.
3. La desobediencia
En la embarcación a Tarsis que había encontrado en la ciudad portuaria de Jaffa, Jonás se encontró con varios marineros, el capitán y la carga a bordo, en el momento que decidió faltar al mensaje y orden recibida por Dios.
Por lo tanto, una vez mar adentro, el Señor se hizo presente invocando una gran tempestad y aguas desequilibradas para atormentar al barco, con todos sus tripulantes dentro. Incluyendo al terco profeta, por supuesto.
El barco estuvo a punto de hundirse, por lo que los marineros temieron de que hubiese sido un mensaje de Dios, sobre que algún tripulante no era deseado dentro de la nave. Sin pensarlo demasiado entonces, los hombres echaron la culpa sobre el único desconocido.
En efecto, fue Jonás al que le atribuye el haber traído la mala suerte y el mal tiempo para la embarcación. Y al ser confrontado, tuvo que confesar de que estaba huyendo de la presencia y la responsabilidad que Dios le había conferido.
Por lo que la respuesta de los hombres fue tirar por la borda, literalmente, a Jonás y lanzarlo a su propia suerte al mar para despistar la tempestad que casi los mata. Pero la historia no terminaría allí.
4. El castigo de Dios
Cuando Jonás comenzó a hundirse en el fondo del océano, claramente la tormenta cesó para los marineros. Por lo que el profeta estaba seguro de que iba a morir ahogado, pero no contó con la perfección de las obras de Dios, pese a su dura creencia.
Porque antes de dar su último aliento, el Señor había mandado una ballena gigante. El cual se tragó al hombre, quien permaneció vivo e íntegro dentro del estómago del enorme pez. Así que es acto fue el que inspiró a Jonás a agradecerle a Dios por permitirle vivir esta vez.
A pesar de su rebeldía, este comenzó a orar y a esperar a volver otra vez a su tierra. De tal manera que después de tres días y tres noches, la ballena vomitó a Jonás en un terreno seco. A lo que Dios esperó que este profeta hubiese aprendido su lección.
5. La lección de Jonás
Luego de este hecho tan espectacular, Dios, una vez más, mandó a Jonás a ir Nínive para repartir el mensaje sagrado. Y no es sorpresa que luego de todo lo ocurrido, el profeta hubiese aceptado de buenas a primeras la encomienda.
Así que se dirigió hacia la ciudad pagana, para dar el juicio de Dios sobre que Nínive sería destruida en cuarenta días con todos sus habitantes, si no se arrepentía y se entregaban al verdadero Todopoderoso.
Pero, para más sorpresa de Jonás, los ninivitas creyeron en sus palabras y desde los más pudientes y poderosos hasta los más pobres y esclavos comenzaron a orar, además de pedir por el perdón de Dios.
Cosa que este no esperaba, sino que más bien se había instalado en la ciudad para presenciar su acabose. Pero ante las peticiones de los habitantes, Dios, como siempre, fue misericordioso y libró a la ciudad de su destino por haberse arrepentido a tiempo.
Sin embargo, a Jonás le enojó la piedad de Dios y el hecho de que su profecía no se cumpliera. Y se marchó de la ciudad, cuidando una planta que brotó en su refugio, que murió prontamente.
Esto terminó de frustrar a Jonás, a lo que Dios le respondió que así como se compadece de una planta, debía compadecerse de la metrópolis de Nínive. De esta manera le reprendió su falta de compasión hacia los demás.
Lo que termina siendo una lección importante sobre el mensaje de Dios. Sobre no desobedecer sus órdenes. Pero sobretodo, tener una piedad infinita por todas las personas, incluso por aquellas con las que no se comparten creencias o ideales.