En este artículo estaremos compartiendo las principales oraciones y rezos de salve y credo que utilizan los católicos ante diferentes situaciones. Todas estas oraciones son textos que han sido heredados de nuestros antepasados a nosotros con el fin de adorar, alabar, arrepentirnos y hacer peticiones a Dios.
Aunque algunas oraciones se pierden en el tiempo, otras nunca se van, como es el caso del Padre Nuestro y el Ave María. En el pasado debías buscar en libros y papeles cada una de estas oraciones. Hoy, gracias al internet, puedes conseguirlas en cuestión de segundos y sin mucho esfuerzo.
Índice de contenidos
Padre Nuestro
Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu Reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
y perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación;
mas líbranos del mal.
Amen.
El Padre Nuestro es considerado como la oración común por excelencia entre católicos. Esta fue la oración que Jesús realizó para enseñar a sus seguidores a orar. Es una oración sencilla que debe ser recitada desde lo profundo del corazón.
En la primera parte se reconoce quién es Dios, como un padre, y nosotros sus hijos que pueden hablarle directamente sin la necesidad de intermediarios. Procedemos a alabar su grandeza y humildemente le adoramos.
Se expresa la confianza en su voluntad, para luego pedirle la provisión del día que él, como padre, debe proporcionar. Procedemos a pedirle perdón por nuestros pecados y ofensas, no sin antes nosotros haber perdonado a quienes nos han hecho daño. Terminamos con una petición de protección y victoria.
Credo Niceno
Creo en un solo Dios,
Padre todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra,
de todo lo visible y lo invisible.
Creo en un solo Señor, Jesucristo,
Hijo único de Dios,
nacido del Padre antes de todos los siglos:
Dios de Dios,
Luz de Luz,
Dios verdadero de Dios verdadero,
engendrado, no creado,
de la misma naturaleza del Padre,
por quien todo fue hecho;
que por nosotros lo hombres,
y por nuestra salvación
bajó del cielo,
y por obra del Espíritu Santo
se encarnó de María, la Virgen,
y se hizo hombre;
y por nuestra causa fue crucificado
en tiempos de Poncio Pilato;
padeció y fue sepultado,
y resucitó al tercer día, según las Escrituras,
y subió al cielo,
y está sentado a la derecha del Padre;
y de nuevo vendrá con gloria
para juzgar a vivos y muertos,
y su reino no tendrá fin.
Creo en el Espíritu Santo,
Señor y dador de vida,
que procede del Padre y del Hijo,
que con el Padre y el Hijo
recibe una misma adoración y gloria,
y que habló por los profetas.
Creo en la Iglesia,
que es una, santa, católica y apostólica.
Confieso que hay un solo bautismo
para el perdón de los pecados.
Espero la resurrección de los muertos
y la vida del mundo futuro.
Amén.
Este es un credo que se formó durante los concilios de Nicea y Constantinopla. Por tal razón adopta ese nombre, aunque también se le conoce como el Credo Católico. El objetivo de este credo es el de remarcar la fe en Dios, el Padre; Jesús, el Hijo; y el Espíritu Santo, quienes juntos conforman lo que conocemos como la Santísima Trinidad.
Arrio, un sacerdote de Alejandría, negaba la divinidad de Cristo, manifestando que Dios padre existió antes de él y lo había creado de la nada. Esto se consideró como una doctrina herética. Fue por esta situación que el Credo Niceno fue redactado, para restablecer la fe fe los feligreses, y afirmar la divinidad de Jesús el Cristo.
Credo Apostolico
Creo en Dios, Padre Todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo su único Hijo Nuestro Señor,
que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo.
Nació de Santa María Virgen,
padeció bajo el poder de Poncio Pilato,
fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos,
al tercer día resucitó de entre los muertos,
subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios Padre, todopoderoso.
Desde allí va a venir a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia católica
la comunión de los santos, el perdón de los pecados,
la resurrección de la carne y la vida eterna.
Amén
El Credo Apóstolico lleva este nombre debido a que su esencia busca transmitir lo que los apóstoles quisieron compartir al mundo. Expresa lo más importante del evangelio, resumiendo el sentir que emanan las cartas de la biblia.
Este texto no puede ser encontrado entre las páginas de la biblia, como lo mencionamos antes, es un resumen del evangelio vuelto una oración. Los católicos lo proclaman como el himno de su fe, pues eso es en lo que creen. Este credo viene a expresar lo mismo que el Credo Niceno pero de una manera más corta.
Gloria
Gloria a Dios en el cielo,
y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.
Por tu inmensa gloria te alabamos,
te bendecimos, te adoramos,
te glorificamos, te damos gracias,
Señor Dios, Rey celestial,
Dios Padre todopoderoso Señor,
Hijo único, Jesucristo.
Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre;
tú que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros;
tú que quitas el pecado del mundo,
atiende nuestra súplica;
tú que estás sentado a la derecha del Padre,
ten piedad de nosotros;
porque sólo tú eres Santo,
sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo,
con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre.
Amén.
La oración de Gloria comienza con las palabras que dicen los ángeles cuando Jesús es nacido. Seguido a esto, proclama alabanzas y en acción de gracias se reconoce a Dios como Padre, a Jesús como el Hijo y al espíritu Santo.
Esta oración continua con una petición a Dios para que escuche la súplica y atienda nuestras necesidades. Se pide piedad y misericordia, reconociendo que Jesús es el único que puede quitar el pecado del mundo y está sentado a la diestra del Padre.
Salve
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida y dulzura y esperanza nuestra.
Dios te salve. A ti llamamos los desterrados hijos de Eva;
a ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora abogada nuestra,
vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos
y después de este destierro, muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.
¡Oh clementísima! ¡oh piadosa! ¡oh dulce Virgen María!
Ruega por nosotros santa Madre de Dios,
Para que seamos dignos de alcanzar las promesas
de nuestro Señor Jesucristo.
La oración de Salve tiene como figura principal a la Virgen María, es decir, este rezo se le dedica solamente a ella, pues es a quién se le hace la petición. Sabemos que la creencia que se tiene de la Virgen María es la de una intercesora ante Jesús. La petición en específico es la de interceder por los fieles ante la presencia de Jesús.
Al principio era una litúrgica musical, pero con el pasar del tiempo sufrió cambios. Hoy es una oración más sintetizada, pero esto no causa que el valor significativo de los creyentes cambie. Los feligreses recomiendan realizar esta oración a la Virgen María por las mañanas.
Avemaría
Dios te salve María
llena eres de gracia
el Señor es contigo
bendita eres entre todas la mujeres
y bendito el fruto de tu vientre Jesús
Santa María, madre de Dios
ruega por nosotros
los pecadores
ahora y en la hora de nuestra muerte
Amén.
El avemaría es un rezo tradicional muy conocido que es dedicado a María, la madre de Jesús. Comienza con la recolección de textos que se refieren a María dentro de la biblia, en el evangelio según San Lucas. Este rezo, junto con la oración Padre Nuestro, representan las oraciones más utilizadas en el catolicismo.
La segunda parte de la oración no tiene una base bíblica, sino más bien es una petición que se realiza para pedir intercesión ante Dios por los pecadores. Este rezo forma parte del Rosario.
Acto de Contricción
Señor mío Jesucristo,
Dios y Hombre verdadero,
me pesa de todo corazón haber pecado,
porque he merecido el infierno y he perdido el cielo,
sobre todo porque te ofendí a Ti,
que eres bondad infinita,
a quien amo sobre todas las cosas.
Propongo firmemente,
con tu gracia, enmendarme y evitar las ocasiones de pecado,
confesarme y cumplir la penitencia.
Confío en que me perdonarás por tu infinita misericordia.
Amén.
Un acto de Contricción es el arrepentimiento genuino que se da al reconocer que hemos ofendido a Dios. Un acto de contricción no se trata de vergüenza o pena, sino más bien la decisión de un cambio de pensamiento por causa del arrepentimiento consciente.
En el catolicismo encontramos una oración que lleva este nombre, la misma comienza con el reconocimiento de Jesús como uno con Dios. Seguido a esto, se presenta el peso del corazón de quien ha pecado. Reconociendo la ofensa a Dios, se compromete a evitar las ocasiones de pecado y confesar su trasgresión.
Ofrecimiento a la Virgen María
¡Oh Señora mía! ¡Oh Madre mía! Yo me ofrezco enteramente a ti y en prueba de mi filial afecto te consagro en este día, mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón; en una palabra, todo mi ser. Ya que soy todo tuyo Oh Madre de bondad, guárdame y defiéndeme como a pertenencia y posesión tuya. Amén.
La oración de Ofrecimiento a María se realiza cuando la persona se encuentra llena de inquietudes. El ofrecimiento de todo lo que es la persona es dar a María control absoluto sobre la situación que esté viviendo.
Cuando las situaciones son muy complicadas como para resolverlas con esfuerzos humanos, los católicos realizan esta oración para que ahora María pueda actuar y dar el mejor resultado posible ante nuestras preocupaciones y dolores.
Gloria al Padre
Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén
Gloria al Padre es la oración cuya figura es la Santísima Trinidad, es decir, es a ellos a quienes se dirige. Ha sido una oración recitada desde los inicios del cristianismo. Normalmente se añade al final de los salmos, al terminar cada misterio del rosario y para darle completación a un tríptico piadoso. Este último consiste en la unión del Padre Nuestro, el Ave María y, por supuesto, el Gloria al Padre. Aunque también se le conoce simplemente como “Gloria”.
Dulce Madre
Dulce Madre, no te alejes,
tu vista de mi no apartes,
ven conmigo a todas partes
y solo nunca me dejes.
Ya que me proteges tanto
como verdadera Madre,
haz que me bendigan el Padre,
el Hijo y el Espíritu Santo.
Amén.
Dulce Madre es un rezo que los feligreses dedican a María, la madre de Jesús. Este comienza reconociendo a María como una “dulce madre”, e inmediatamente se presenta la petición de que nunca se aparte ni se aleje.
En la segunda y última parte del rezo se le pide a María que interceda ante el Padre, Hijo y Espíritu Santo por la bendición que nos ofrecen.