Todos tenemos amigos, y compañeros, porque somo seres sociales y nos vemos en al necesidad de relacionarnos entre nosotros. Es a raíz de estas conexiones que nos instalamos en las relaciones de amistad y de convivencia, teniendo valores tanto emocionales como morales. La fraternidad es algo que necesitamos muchas veces, y es importante que sea una cualidad muy bien instalada en nosotros. La biblia habla de ello, incluyendo algunos de sus pasajes. ¿No te gustaría saber qué tiene que decir Dios con todo ello? En el Salmo 133 se nos hace mención a la fraternidad y la unión. Te invitamos a leer este artículo para averiguarlo.
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La fraternidad según los cristianos
Podríamos definir la fraternidad como una cualidad, la cual nos permite sentir hermandad con todos y cada uno de los hombres, con nuestro prójimo, incluso de manera especial con los más cercanos a nosotros, o bien los más necesitados. En la biblia esta palabra, o sus derivaciones, aparecen para designar así a una comunidad de “hermanos”. Podríamos decir que esto tiene como fundamento principal es bautismo, el cual nos vuelve a todos hijos de un mismo padre, Dios, y hermanos de Jesús.
Podemos encontrar varios tipos de fraternidad. Uno de los más comunes es la fraternidad que experimentamos entre hombres y mujeres. ¿Por qué? La respuesta es que todos y cada uno de nosotros fue creado por el mismo Dios, ya que solo hay uno. De hecho, es por ello que la Segunda ley de Dios reza que todos debemos amarnos por igual porque el hizo las manos tanto de los cristianos como de los paganos, y los corazones de todos sin importar en qué crean.
También podemos encontrar otro tipo de fraternidad, que es la fraternidad entre cristianos. Si leemos varios versículos de la biblia (como Romanos 12 o 1 de Corintios 12) nos damos cuenta de que todos formamos parte de un mismo cuerpo. Es por ello que cada persona es hermana de la otra, como si se tratara de partes diferentes de un mismo cuerpo. De aquí nace uno de los mandamientos que dio Jesús, el cual dicta que debemos amarnos los unos a los otros, tal y como él nos amó.
Fraternidad en el cristianismo
¿Cómo podemos aplicar la fraternidad? ¿Como es considerada dentro de mi dogma? Si analizamos un poco la historia bíblica, nos damos cuenta de que lo conocido como «fraternidad cristiana» no es don con el que se nace, sino que es de hecho una tarea.
Esto podemos verlo claramente en los discípulos de Jesús, en que de manera continua tienes que estar dejando que ello se edifique en ellos, así como siempre estar al pendiente de cualquier cosa que los amenace de parte del pecado, la separación o enemistar, o la tentación de querer dominar a las demás personas.
Por otro lado, los cristianos siguen siendo llamados “hermanos”. El mártir Justino hizo referencia a que todo bautizado era llamado “hermano”. Dirigiéndose a los cristianos de corintio, en el siglo II, San Clemente usó el apelativo de “hermanos”. Y así, un montón de personajes históricos en la historia cristiana han usado el término de hermanos, unidos por la fraternidad, para hablar de los cristianos.
Podemos decir, que la unidad entre los hermanos de una fraternidad se logra solo si todos están unidos a Dios, puesto a que si uno ama al Señor en serio, entonces se ama al prójimo. De hecho, los primeros cristianos no fueron reconocidos por más que su capacidad de amarse entre sí. El Espíritu es lo único que puede hacernos una sola cosa con Cristo y en Cristo junto al Padre, nos hace una sola cosa entre nosotros mismos.
Salmo 133 y la fraternidad
Ahora, pasemos al Libro de los Salmos, más concretamente al Salmo 133. Una de las cosas que podemos notar enseguida es que es un salmo bastante corto, de apenas unos 3 versículos, cortos también. No obstante, si desglosamos todo el salmo nos damos cuenta de que transmite un fuerte mensaje sobre la fraternidad y la unión.
Tomemos el primer versículo, “¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía!” Podemos ver que el tema central de este salmo es, realmente, la armonía, la fraternidad o concordancia que se puede obtener. Podemos simplemente explicar esto con un ejemplo. Si tenemos una guitarra, nos damos cuenta que posee seis cuerdas, cada una de ellas diferentes en tamaño y sonido que producen, ninguna es igual a otra.
Estas cuerdas suenan todas de manera diferentes, y algunas están incluso mal afinadas. ¿Qué pasa si tocamos una por una? Evidentemente, no pasará mucho, apenas y podremos distinguir sus notas. Notamos pues, que por separado cumplen su función, pero no lo hacen como deben. Si probamos, en cambio, tocarlas todas juntas, en armonía, en orden y afinadas correctamente, obtendremos música con al cual deleitar al que escucha.
Visión de la fraternidad en el salmo 133
Ahora que conoces un ejemplo sobre la fraternidad para Dios, entonces, podemos decir que la armonía pondría feliz al señor, ¿no? Claro, pero está el detalle de la afinación de dichas cuerdas. Cada cuerda está hecha para tocar cierta nota o determinado acorde. Dios tiene ese acorde y esa nota para nosotros, nuestro trabajo es sonar, siendo una de esas cuerdas, con la melodía que Dios nos dicta.
Asimismo, el Rey David declaró que la armonía, pese a ser buena y placentera, no significa realmente estar de acuerdo con todo lo que se nos propone, ya que siempre habrán muchas opiniones, igual que como siempre hay varias notas en un acorde musical. Pero la armonía siempre es buena, ya que permite que un grupo sea, enteramente, un ejemplo positivo en la diversidad ante el resto, y es motivador de los demás a unirse, así como un foco atrae a un insecto. También es capaz de lograr que toda una iglesia trabaje como un mismo cuerpo, donde cada persona tiene un función.