Salmo 3: explicación del pasaje bíblico

¿Te has sentido asediado por tus problemas últimamente? ¿Has estado pasando por momentos difíciles? Esto es muy común, sobre todo últimamente, en tiempos en que la humanidad cada día atraviesa por más cambios, los cuales nos afectan en todo sentido.

¿Quién no ha buscado el consuelo de un amigo en estos momentos? ¿Quién no ha hecho de consejero entre tantas situaciones por las que atraviesan nuestros amigos? Sin embargo, hay algo que casi siempre olvidamos, y es que Dios también puede ayudarnos con ello.

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Podemos confiar en Dios

Sí, Dios es alguien en quien podemos confiar plenamente. No por nada se le dice Padre, o Pastor a Jesús. Porque así como un rebaño de ovejas confía en su pastor, o como un hijo confía plenamente en su padre, es la manera en que debemos confiar en Dios. Si no tenemos confianza en Dios, entonces Él se siente mal. Quienes confían en el Señor experimentan mejor su presencia.

Muchas veces a lo largo de nuestra vida, sobretodo en nuestra juventud temprana, solemos exponernos a situaciones estresantes, desesperantes, o bien hasta nos hemos sentido perseguidos por cualquier tipo de cosas. A veces nos vemos con enemigos, o envueltos en deudas, o incluso azotados por alguna enfermedad, y es en esos momentos en que no vemos la escapatoria de estas situaciones.

No obstante, la mayoría de las veces nos olvidamos de que Dios es nuestro amigo, y que podemos confiar en que nos va a ayudar. No debemos pasar por alto que Él va ayudarnos sin importar la situación en que nos encontremos, sea buena o mala.

¿Cuál es la solución a estas situaciones según el Salmo 3?

Te preguntarás entonces qué es lo que debe hacerse en estas situaciones adversas a nosotros. Bueno, en el Salmo 3 podemos fácilmente darnos cuenta de la respuesta a dicha pregunta en los primeros dos versículos.

En ellos podemos ver que la única solución que es capaz de discernir David entre tu penosa situación, es exponerle a Dios todo ello que le aqueja. El Rey David le explica a Dios sobre sus adversarios, y que ellos no creen en la grandeza de Él, y que niegan la Salvación que con Cristo se logra. Esto lo hace a modo de notificarle a Dios que todos aquellos no creen en Él, pero también porque David sí confía plenamente en que en el Señor hay salvación.

En otras palabras, cuando nos encontramos en este tipo de escenarios, lo mejor que podemos hacer es clamar e implorar a Dios que nos ayude. David es el mejor ejemplo de ello, que en medio de tanta tribulación fue capaz de sacar un tiempo para el Señor, y le imploró ayuda y socorro con toda la confianza que se le puede tener a un amigo. Con esto entendemos que todo creyente, sin importar cuán abatido esté, será capaz de tomar la postura más fuerte uniéndose así a Dios en una relación más estrecha.

Entonces Dios es nuestra defensa, y debemos reconocerlo

Pese a lo que ya mencionamos, hay algo muy interesante en este pasaje de la Biblia, y es en sus versículos tres y cuarto. Si leemos con atención, vemos que el rey David está haciendo una confesión, en la cual afirma que Dios es su escudo, es su gloria, y que Él levanta su cabeza. Pero, si lo traemos a un contexto más práctico, la verdad es realmente esa, Dios es tu escudo, es tu gloria y es lo único que levantará tu cabeza siempre.

Con esto entendemos que si el pueblo del Señor alza su frente en medio de calamidades y de la adversidad, entonces le están reconociendo a Dios que es quién les da los motivos y el corazón para regocijarse. El salmista siempre encontró a Dios dispuesto a oír y responder cada una de sus oraciones, y es porque nada es capaz de colocar intervenciones entre la comunicación que tenemos nosotros con Dios.

¿Podemos confiar en otra persona que no sea Dios?

Dios dijo, «Maldito sea el hombre que confíe en otro hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová» ¿Podemos entender por esto que Dios no quiere que confiemos en otras personas? No, Dios acepta que confíes en las personas, pero no que por hacerlo te apartes de Él.

Cuando sabemos que Dios se encuentra de nuestro lado no hemos de temer a nada ni nadie. Él, y solo Él, nos da la confianza para poder cerrar los ojos y saber que es Dios quien nos da el sustento. Esto podemos verlo en los versículos cinco y seis del Salmo 3. Entendemos entonces, que muchas personas cierran sus ojos por las noches y sin ser incapaces de dormir.

Abatidos por el cansancio, golpeados por el dolor, o atormentados por angustias, estrés y ansiedades mentales, o por una sensación de alarma continua durante los terrores nocturnos. Sin embargo, el Salmo 3 se refiere a la calma de nuestro espíritu en medio de cualquier situación peligrosa. El Señor es capaz de sembrar en nosotros la paz y la serenidad por medio de su gracia. Es un acto misericordioso que nuestra mente esté al cuidado de Dios en los momentos más difíciles.

Lo que obtendremos si confiamos plenamente en Dios, según el Salmo 23

Si pasamos a leer el versículo siete del salmo, notamos que David tenía seguridad de que Dios peleaba en sus batallas. Esto mismo es algo que nosotros debemos hacer, no obstante, para ello debemos hacer a Dios el Señor de nuestra vida. Dios es conocido como uno de salvación, y lo único que nos pide en su palabra es que lo hagamos nuestro padre, como lo hizo David en su momento.

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